martes, 9 de junio de 2015

Barreras

Mamás y papás. Comparto a continuación un artículo que he escrito recientemente sobre las barreras arquitectónicas en la ciudad, que se convierten en un auténtico obstáculo para personas con movilidad reducida y para quienes, como muchos de nosotros, vamos con carrito de bebé. Las ciudades deben adaptarse a las personas y no las personas quienes veamos condicionado ni limitado el desarrollo de nuestra rutina por la presencia de estas barreras.



BARRERAS



Calcadita a la cara que puse el otro día cuando, con el carricoche cargado después de una compra generosa, me disponía a coger el ascensor hasta el andén del tren que me llevaría a casa y, ¡sorpresa!, estaba fuera de servicio por avería –y lo estaría durante todo el mes siguiente-, ha sido la de un chico que, en silla de ruedas, ha querido acceder a la sucursal de su banco y no ha podido por serle imposible salvar el escalón de la puerta de entrada. Llámenlo rabia, indignación, impotencia, que, al final, la mueca que queda impresa en el rostro viene a ser la misma cuando uno ve interrumpida su rutina y, lo que es peor, se siente en desventaja respecto a los demás: el entorno se transforma de repente en territorio hostil para personas con movilidad reducida. Y entre los afectados por los obstáculos que le dificultan o le impiden a uno desenvolverse con naturalidad no están solo quienes van en silla de ruedas o con cochecitos de bebé, sino también mayores con bastón o andador, aquellos que necesiten muletas, quienes lleven maletas o un simple carrito de la compra (seguir leyendo)



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