sábado, 21 de febrero de 2015

Rutinas. Ventajas y riesgos

Está claro. Establecer rutinas diarias ayuda a los niños a coger "comba" de los días, los centra y regula, y a los padres les da "cierto control" sobre ese tiempo que se esfuma. Ambas partes, críos y papis y mamis, encuentran en las rutinas del día a día su punto de convergencia para llevar a cabo una convivencia funcional. Dada la importancia de las rutinas, es importante percatarse y prestar atención en dichas actividades habituales. 

Merece la pena que cada cual reflexione si los actos rutinarios son buenos para el vínculo padres-niños y padre-madre y, sobre todo, si se han establecido por pereza o dejadez, o por el contrario han sido activamente buscados. Antes de establecerlos como norma, debemos reparar en las consecuencias que trae consigo su puesta en marcha.

Así, puede resultar en principio funcional que, cuando el niño tenga ya una edad –añito y medio o dos-, aprovechemos la hora del baño y nos bañemos junto a ellos un día tras otro. Esto tiene el riesgo de que, cuando no podamos hacerlo, el niño no quiera bañarse sin compañía. 

Otro caso. Si cada vez que el niño se cae, le abrazamos y consolamos, cuando se caiga y se haga daño cuando no estemos nosotros, puede que le dé un mal rato al adulto con el que esté. Además, por supuesto, de que cada vez que sienta dolor lo identifique también como llamada de atención o como ocasión de miedo. 

Por eso, ojo con aquellos hábitos que establecemos en el día a día, porque puede que estemos haciendo un callo que genere comportamientos viciados y de ninguna manera deseados.

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