martes, 8 de septiembre de 2015

Es hora de dormirrrrr

Para muchos padres y madres, acostar a los peques se convierte en una odisea. 

A mí me ha funcionado repetir día tras día la misma pauta. Los niños al final se adaptan al ritmo que se les marque y, pese a las resistencias iniciales a echarse a dormir, acaban cediendo. Al final los niños se acostumbran, si todos los días proponemos un mismo plan. Por ejemplo: 1) ordenar el dormitorio, 2) baño, 3) cena, 4) cepillado de dientes, 5) elegir peluche y/o contar cuento, y 6) echarse a dormir. No es magia. Es más bien el efecto de la seguridad que comporta el orden. 

Desde luego que vosotros sois, con vuestros hijos, quienes debéis establecer esta rutina. Lo que a unas familias les funciona, a otras no. ¡Y, ojo! Y lo que con un hijo va bien, no tiene por qué servir con otro. 

Eso sí, sea cual sea el protocolo que sigáis, para que funcione la cosa es importante no variarlo demasiado de un día para otro. 

Otro aspecto que hay que cuidar es el relativo a las condiciones en que se encuentra el dormitorio. Una luz tenue es la que iluminará la estancia mientras acostamos a los críos, luz que, en la medida de lo posible, debemos apagar cuando salgamos del cuarto, aunque en esto cada maestrillo tiene su librillo.

Lo que sí es recomendable en todos los casos es que la habitación no esté ni demasiado cálida ni muy gélida. Una temperatura en torno a los 20 grados es la adecuada para que el niño se sienta cómodo y dispuesto a dormir a pierna suelta.



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